Mujer y productividad
Recuerdo que el
ginecólogo que primero me atendió en mi embarazo, tras una revisión
me dijo: “el producto está bien”. Aquella forma de expresarse
no me gustó de tan fría y deshumanizada, pero desde luego aludía a
que era productiva, pues era capaz de crear alimento para mantener un
embrión, primero con los nutrientes segregados desde la pared de mi
útero (leche uterina1) y luego a través de la placenta.
Me consideré productiva también cuando pude generar leche con mis
glándulas mamarias y amamantar a mi hija. Parecía pues que mi
productividad, biológicamente hablando, estaba basada en mi
capacidad de crear superalimentos.
La menstruación era
el lado oscuro de esta productividad. Cada mes creaba un tejido
especializado en el interior del útero y lo llenaba de sustancias
nutritivas, similares a las de la leche uterina, para finalmente
expulsarlo completamente en forma de menstruación. A este gasto de
mis propios recursos biológicos debía sumar el desembolso económico
que suponía la compra de productos de higiene menstrual. El mensaje
de esta interpretación del ciclo menstrual era que mi productividad
biológica sólo podía estar dirigida a otros seres, nunca a mí
misma. Desde luego, esto coincide bastante con la idea clásica de
una mujer valorada por desvivirse por los suyos, aún a costa de su
propio bienestar, pero se topa de bruces con la realidad de muchas
mujeres para las que la maternidad es una opción, no una obligación,
ni una dedicación exclusiva, y que son productivas para sí mismas
y para la sociedad en trabajos reconocidos y remunerados.
El concepto de macho
alfa de las manadas de lobos ha quedado obsoleto. Las orcas y otros
mamíferos hembras viven muchos años sin reproducirse,
contradiciendo la teoría clásica de la evolución2. Son
muchas las interpretaciones biológicas que se han convertido en
mitos bajo la luz de una nueva cultura desde la que interpretar y de
nuevas informaciones. Para mí, la improductividad biológica del
ciclo menstrual es también ya un mito. Creo que la asombrosa
capacidad, ligada a mi condición de mujer, de producir
superalimentos es también para mí, para mi desarrollo. Cada mes creo
un superalimento en mi útero y absorbo su parte nutritiva, expulso
lo que ya no me es útil.
1. Coghlan, A. Womb
milk nourishes human embryo during first weeks of pregnancy, New
scientist , Daily news, 2015.
2. Croft, D.P. et al. The evolution of prolonged life after reproduction, Trends Ecol. Evol. 30, 407–416, 2015.
2. Croft, D.P. et al. The evolution of prolonged life after reproduction, Trends Ecol. Evol. 30, 407–416, 2015.