jueves, 4 de octubre de 2018

Mujer y productividad

Recuerdo que el ginecólogo que primero me atendió en mi embarazo, tras una revisión me dijo: “el producto está bien”. Aquella forma de expresarse no me gustó de tan fría y deshumanizada, pero desde luego aludía a que era productiva, pues era capaz de crear alimento para mantener un embrión, primero con los nutrientes segregados desde la pared de mi útero (leche uterina1) y luego a través de la placenta. Me consideré productiva también cuando pude generar leche con mis glándulas mamarias y amamantar a mi hija. Parecía pues que mi productividad, biológicamente hablando, estaba basada en mi capacidad de crear superalimentos.




La menstruación era el lado oscuro de esta productividad. Cada mes creaba un tejido especializado en el interior del útero y lo llenaba de sustancias nutritivas, similares a las de la leche uterina, para finalmente expulsarlo completamente en forma de menstruación. A este gasto de mis propios recursos biológicos debía sumar el desembolso económico que suponía la compra de productos de higiene menstrual. El mensaje de esta interpretación del ciclo menstrual era que mi productividad biológica sólo podía estar dirigida a otros seres, nunca a mí misma. Desde luego, esto coincide bastante con la idea clásica de una mujer valorada por desvivirse por los suyos, aún a costa de su propio bienestar, pero se topa de bruces con la realidad de muchas mujeres para las que la maternidad es una opción, no una obligación, ni una dedicación exclusiva, y que son productivas para sí mismas y para la sociedad en trabajos reconocidos y remunerados.

El concepto de macho alfa de las manadas de lobos ha quedado obsoleto. Las orcas y otros mamíferos hembras viven muchos años sin reproducirse, contradiciendo la teoría clásica de la evolución2. Son muchas las interpretaciones biológicas que se han convertido en mitos bajo la luz de una nueva cultura desde la que interpretar y de nuevas informaciones. Para mí, la improductividad biológica del ciclo menstrual es también ya un mito. Creo que la asombrosa capacidad, ligada a mi condición de mujer, de producir superalimentos es también para mí, para mi desarrollo. Cada mes creo un superalimento en mi útero y absorbo su parte nutritiva, expulso lo que ya no me es útil.


1. Coghlan, A. Womb milk nourishes human embryo during first weeks of pregnancy, New scientist , Daily news, 2015.
2. Croft, D.P. et al. The evolution of prolonged life after reproduction, Trends Ecol. Evol. 30, 407–416, 2015.