Naturaleza
y menstruación
Cuando
empecé a profundizar en mi ciclo menstrual tuve una rara sensación:
sentí que más que menstruar yo, eran la cultura y la sociedad las
que me estaban menstruando.
Desde
la cultura en que crecí vivía mi menstruación a veces con
vergüenza, con ocultación, con una sensación de qué molesto es
esto, qué tan en contra va de mi vida de estudiante o laboral. Los
artículos científicos me transmitían que el ciclo sucedía en mi
cuerpo con la sola finalidad de la reproducción. Poco importaba que
yo quisiera reproducirme o no, la maquinaria ajena a mis planes
siempre estaba en marcha y el castigo de no reproducirme era generar
todo tipo de células y sustancias, con el consiguiente gasto de
materiales y energía, para luego deshacerme de tanta sustancia
inútil en forma de incómoda menstruación.
Ante
este panorama tan desalentador, decidí apropiarme de mi menstruación
y empecé a vivir mi cuerpo y mi ciclo en primera persona. Lo sentí
y lo escribí: maduro un oocito, soy un oocito avanzando por mi
trompa de Falopio, crezco mi tejido endometrial, soy el tejido
endometrial,etc. En este adentrarme en mi cuerpo, las pruebas que
encontré a favor del valor de la menstruación fueron cada vez más
numerosas y acabaron por señalarme, con toda claridad, que no era
una mujer improductiva que seguía las órdenes de una maquinaria
reproductora imparable, sino que cada acción tenía un fin, que el
ciclo menstrual tenía sentido biológico en sí mismo.
Tras identificarme tanto con mi cuerpo llegó un momento en que lo liberé de nuevo. Volví a sentirme menstruada, pero esta vez, sabia y dulcemente, por los ritmos de la Naturaleza y el Universo.
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